Publicado en el nº 8 de la
revista Metaphore
Cuando me puse a pensar en la Real Sociedad
Fotográfica en términos de tradición inmediatamente se me vino a la cabeza
un libro tan genial como difícil de leer: “Gödel, Escher, Bach, un Eterno
y Grácil Bucle”, de Douglas R. Hofstadter.
El libro comienza narrando el origen de la “Ofrenda Musical” de
Bach. El rey Federico el Grande de Prusia era un gran amante de la música
y, en cierta ocasión, le pidió a Bach que demostrara su habilidad más
popular: la improvisación. Fruto de ese ejercicio surgió la “Ofrenda
Musical”, una de las obras maestras del gran compositor. Según se afirma
en el libro, el canon circular compuesto por Bach se basaba en un tema
cantable en primera voz; después de un lapso bien medido, entraba una
segunda voz con la misma tonalidad; después de otro lapso idéntico al
primero, entraba una tercera voz; y así, sucesivamente, podría entrarse en
un ciclo sin fin.
Las casi mil páginas del libro de Hofstadter están
dedicadas a estudiar este fenómeno cíclico que no sólo se da en los
cánones musicales de Bach, sino también en los sorprendentes paralelismos
presentes en los grabados de Escher y en el teorema de lógica matemática
de Gödel, que perturbó el pensamiento científico de todo el siglo XX. En
realidad el autor sólo está hablando de una cuestión esencial que termina
por presentarse indefectiblemente en cualquier rama del pensamiento
humano: el infinito.
De alguna manera, lo mismo sucede con la tradición
en la Real Sociedad Fotográfica. Las fotografías que han pasado por sus
salones y permanecen en su Fototeca forman, reutilizando la idea original
de Douglas R. Hofstadter, un eterno y grácil bucle de imágenes esenciales
en la historia de la fotografía española, e incluso, simplemente, en la
historia de la Fotografía.
Después de este preámbulo, elegir sólo seis
fotografías de entre las mas de diez mil que forman parte de la colección
de la Real Sociedad Fotográfica para formar parte de un "bucle de
tradición" es un ejercicio que conduce a un fracaso seguro: no se pueden
elegir sólo seis autores tradicionales, cuando dos docenas serían todavía
insuficientes. No es justo ni lógico quedarnos sólo con seis, pero las
páginas dedicadas a este portafolio son
finitas.
Tampoco sería lógico centrarnos sólo en autores del
pasado cuando estamos hablando de un esquema iterativo que, en definitiva,
plantea
que los fotógrafos actuales de la Real Sociedad Fotográfica
serán tradición dentro de unos años, al igual que son ya tradición los que
frecuentaban la sede de la Sociedad hace algo más de un siglo.
Por eso en esta pequeña muestra se incluye una obra
de tres grandes autores, socios de la Real Sociedad Fotográfica, que
dejaron pruebas de su genio en los albores de esta Sociedad: Antonio
Portela, Kaulak y José Ortiz Echagüe; así como de otros tres grandes de la
fotografía que son socios en la actualidad: Gabriel Cualladó, Cristina
García Rodero y Juan Manuel Castro Prieto.
Para iniciar el primer ciclo de tradición podemos
comenzar por Antonio Portela. Dentro del grupo de socios fundadores de la
Real Sociedad Fotográfica había tanto fotógrafos profesionales como
aficionados y Portela pertenecía al grupo de los
profesionales.
Cuando, a finales del año 1901, se celebró el
Primer Concurso Nacional organizado por la Real Sociedad Fotográfica se
decidió subdividirlo en dos grupos bien diferenciados: el primer grupo
incluía las secciones "De conjunto", "Figura y composición", "Paisajes y
marinas", "Retratos", "Arquitectura", "Estereoscopia en general" y
"Veráscopos", mientras que el segundo grupo sólo hacía referencia a dos
secciones: "Fotografía científica" y "Fotografía
profesional".
Precisamente en la sección profesional se despertó
una gran expectación por lo atractivo que resultaba el primer premio:
“Diploma de medalla de oro y premio de la casa Carlos Salvi, consistente
en una cámara inglesa de galería, 24 por 30 centímetros en caoba
barnizada, con báscula de cuatro movimientos, dos chasis de cortinilla con
intermediarios, y uno de ellos preparado para el procedimiento
recticular”.
Después de un complicado proceso de clasificación
el jurado del concurso llegó a un fallo definitivo y otorgó el primer
premio a un fotógrafo que había presentado su trabajo bajo el seudónimo de
"Mandeo". Cuando se abrieron los sobres para descubrir la identidad de los
ganadores, resultó que el fotógrafo profesional que
había participado con ese lema no era otro que Antonio Portela que, de
esta forma, se convirtió en el primer ganador de un concurso organizado
por la Real Sociedad Fotográfica.
El segundo integrante de esta primera terna de
fotógrafos debe ser Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo, también
conocido como Dalton Kaulak o, simplemente, Kaulak. Dalton Kaulak nació en
Madrid en el año 1864 y era sobrino del famoso político conservador del
mismo nombre. Siendo aún muy joven, su hermano Máximo le introdujo en el
mundo de la fotografía y, primero como aficionado y después como
profesional, Kaulak terminó convirtiéndose en el fotógrafo español más
importante de las dos primeras décadas del siglo
XX.
Kaulak puede considerarse como el heredero
fotográfico de Antonio Portela. No sólo porque artísticamente tuviera un
estilo relativamente parecido, sino porque en el año 1904, Kaulak tomó en
traspaso la Galería de Antonio Portela en plena calle de Alcalá, donde se
instaló como fotógrafo profesional. Por ese estudio pasó “el todo Madrid”:
artistas, científicos, políticos, escritores, aristócratas, e incluso el
propio Alfonso XIII.
La relación de Kaulak con la Real Sociedad
Fotográfica surgió desde sus inicios, ya que él fue uno de los amigos
amantes de la fotografía que constituyeron la Sociedad a finales del siglo
XIX. La participación de Kaulak en proyectos de “la Real” fue constante y,
probablemente, su mayor aportación consistió en dar cabida en las páginas
de la revista “La Fotografía”, de la que era propietario y director, a una
sección que se convirtió rápidamente en el primer medio de comunicación
oficial de la Real Sociedad Fotográfica, tanto con sus socios como con la
sociedad fotográfica en general.
Para cerrar este primer bucle del ciclo de
tradición de la Real Sociedad Fotográfica tenemos que fijarnos sin excusa
en el fotógrafo español que más trascendencia tuvo, tanto en el ámbito
nacional como internacional, en la primera mitad del siglo XX: José Ortiz
Echagüe.
Este fotógrafo, representante por excelencia del
pictorialismo español, tuvo una vida profesional muy dilatada y sus fotos
fueron expuestas en las mejores salas del mundo: Royal Photographic
Society de Londres, Círculo Fotográfico de Milán, Club Fotográfico de
México,
Smithsonian Institution de Washington, Johannesburg Photographic
Society, Metropolitan Museum de Nueva York, etc. etc. etc.
Pero antes de ser reconocido de forma
internacional, cuando sólo era un fotógrafo novel de Guadalajara, José
Ortiz Echagüe participó en la modalidad “Figura, retrato y composición” en
la Exposición Nacional organizada por “la Real” en el año 1907 y, aunque
no alcanzó ninguno de los primeros puestos, sí fue distinguido con el
cuarto premio de esa modalidad, inciándose así una relación que, si bien
no fue muy intensa, si fue muy larga: Ortiz Echagüe nunca dejó de ser
socio de la Real Sociedad Fotográfica.
Si damos un salto en el tiempo para empezar un
nuevo bucle de fotógrafos actuales, podemos fijarnos en como en los años
cincuenta y sesenta surgió en la Real Sociedad Fotográfica un refrescante
movimiento que, finalmente, terminó conociéndose como "Escuela de Madrid".
Todos los integrantes de este grupo, cuya principal aportación consistió
en darle a la fotografía un nuevo enfoque social, eran socios de la Real
Sociedad Fotográfica: Leonardo Cantero, Gabriel Cualladó, Juan Dolcet,
Francisco Gómez, Fernando Gordillo, Sigfrido de Guzmán, Ramón Masats,
Francisco Ontañon y Gerardo Vielba.
Para dar una breve pincelada de lo que representó
la Escuela de Madrid podemos fijarnos en uno de sus miembros que fue socio
de "la Real" hasta su fallecimiento hace tan sólo unas semanas:
Gabriel Cualladó. Este excelente fotógrafo nació en Massanassa, Valencia,
el 30 de Mayo de 1925 y triunfó como fotógrafo tanto en España como
fuera de España.

Incluso antes de que surgiera la
Escuela de Madrid, Gabriel Cualladó ya participaba en otros movimientos
previos, como el denominado grupo "La Palangana", que se formó en la sede
de la Real Sociedad Fotográfica y que nació como un intento de ruptura con
la tradición anterior pero, viéndolo con algo más de distancia, además de
una ruptura real respecto del estilo imperante hasta ese momento, era
también un nuevo paso adelante dentro de un proceso evolutivo.
Otra fotógrafa, también socia de "la Real", cuyo
trabajo ha sido merecedor de los mejores galardones es Cristina García
Rodero. Esta autora nació en Puertollano en el año 1949 y estudió pintura
en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y fotografía en
la Academia de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos.
Su trabajo fotográfico ha tenido siempre una fuerte
inspiración antropológica, logrando captar con su cámara la esencia de las
fiestas, las tradiciones y los ritos. Las fotografías de García Rodero se
han expuesto prácticamente en todo el mundo y han dejado una huella
impresa en una serié de excelentes libros: "La España oculta" (1989),
"España: el sur" (1991) y "España: Fiestas y Ritos" (1992).
Cristina García Rodero tiene que estar
necesariamente presente en esta pequeña muestra de fotógrafos
tradicionales por dos motivos: en primer lugar porqué su trabajo es
profundamente tradicional por su propio contenido y, en segundo lugar,
porque su amplio reconocimiento internacional ha hecho que,
fotográficamente hablando, Cristina García Rodero sea una fotógrafa
tradicional.
Para terminar este segundo terceto nos tenemos que
centrar en Juan Manuel Castro Prieto, que es otro socio actual de la Real
Sociedad Fotográfica que ha conseguido formar parte del "club de los
grandes" por méritos propios. Juan Manuel Castro Prieto nació en Madrid,
en el año 1958, y se caracteriza por su gran calidad técnica, tanto desde
el punto de vista de la concepción fotográfica de sus imágenes como por su
impecable terminado.
Tal vez la excelencia en el cuarto oscuro sea una
de las características más significativas de Castro Prieto, que trabaja
primorosamente tanto sus propias imágenes como las de otros fotógrafos, en
este sentido cabe destacar el impresionante trabajo que ha realizado al
positivar negativos de uno de los mas tradicionales fotógrafos peruanos:
Martín Chambi.
Castro Prieto es un fotógrafo al que le gusta
descubrir nuevos sitios y nuevas gentes y esa inquietud personal se
refleja claramente en su obra, especialmente en sus últimos trabajos,
donde sus fotografías permiten al espectador acercarse a los lugares
visitados por el fotógrafo.
Este eterno y grácil bucle continuará: Portela,
Kaulak, Ortiz Echagüe, . . . . . ., Cualladó, García Rodero, Castro
Prieto, . . . . . . en la Real Sociedad Fotográfica siempre se han reunido
representantes de la elite fotográfica española. Seguro que algunos de los
nuevos socios de “la Real” terminarán aportando sus nombres para que este
bucle no termine jamás.