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Artículo fotográfico
Fecha de publicación : 19 de Diciembre de 2003
Real Sociedad Fotográfica, un Eterno y Grácil Bucle
Publicado en : Metaphore. Número 8 (Agosto de
2.003)
Cuando me puse a pensar en la Real Sociedad
Fotográfica en términos de tradición inmediatamente se me vino a
la cabeza un libro tan genial como difícil de leer: “Gödel, Escher,
Bach, un Eterno y Grácil Bucle”, de Douglas R. Hofstadter.
El libro comienza narrando el origen de la “Ofrenda Musical” de
Bach. El rey Federico el Grande de Prusia era un gran amante de
la música y, en cierta ocasión, le pidió a Bach que demostrara su
habilidad más popular: la improvisación. Fruto de ese ejercicio
surgió la “Ofrenda Musical”, una de las obras maestras del gran
compositor. Según se afirma en el libro, el canon circular compuesto
por Bach se basaba en un tema cantable en primera voz; después de
un lapso bien medido, entraba una segunda voz con la misma tonalidad;
después de otro lapso idéntico al primero, entraba una tercera voz;
y así, sucesivamente, podría entrarse en un ciclo sin fin.
Las casi mil páginas del libro de Hofstadter están dedicadas a estudiar
este fenómeno cíclico que no sólo se da en los cánones musicales
de Bach, sino también en los sorprendentes paralelismos presentes
en los grabados de Escher y en el teorema de lógica matemática de
Gödel, que perturbó el pensamiento científico de todo el siglo XX.
En realidad el autor sólo está hablando de una cuestión esencial
que termina por presentarse indefectiblemente en cualquier rama
del pensamiento humano: el infinito.
De alguna manera, lo mismo sucede con la tradición en la Real Sociedad
Fotográfica. Las fotografías que han pasado por sus salones y permanecen
en su Fototeca forman, reutilizando la idea original de Douglas
R. Hofstadter, un eterno y grácil bucle de imágenes esenciales en
la historia de la fotografía española, e incluso, simplemente, en
la historia de la Fotografía.

Después de este preámbulo, elegir sólo seis fotografías de entre
las mas de diez mil que forman parte de la colección de la Real
Sociedad Fotográfica para formar parte de un "bucle de tradición"
es un ejercicio que conduce a un fracaso seguro: no se pueden elegir
sólo seis autores tradicionales, cuando dos docenas serían todavía
insuficientes. No es justo ni lógico quedarnos sólo con seis, pero
las páginas dedicadas a este portafolio son finitas.
Tampoco sería lógico centrarnos sólo en autores del pasado cuando
estamos hablando de un esquema iterativo que, en definitiva, plantea
que los fotógrafos actuales de la Real Sociedad Fotográfica serán
tradición dentro de unos años, al igual que son ya tradición los
que frecuentaban la sede de la Sociedad hace algo más de un siglo.
Por eso en esta pequeña muestra se incluye una obra de tres grandes
autores, socios de la Real Sociedad Fotográfica, que dejaron pruebas
de su genio en los albores de esta Sociedad: Antonio Portela, Kaulak
y José Ortiz Echagüe; así como de otros tres grandes de la fotografía
que son socios en la actualidad: Gabriel Cualladó, Cristina García
Rodero y Juan Manuel Castro Prieto.
Para iniciar el primer ciclo de tradición podemos comenzar por
Antonio Portela. Dentro del grupo de socios fundadores de la Real
Sociedad Fotográfica había tanto fotógrafos profesionales como aficionados
y Portela pertenecía al grupo de los profesionales.

Cuando, a finales del año 1901, se celebró el Primer Concurso Nacional
organizado por la Real Sociedad Fotográfica se decidió subdividirlo
en dos grupos bien diferenciados: el primer grupo incluía las secciones
"De conjunto", "Figura y composición", "Paisajes y marinas", "Retratos",
"Arquitectura", "Estereoscopia en general" y "Veráscopos", mientras
que el segundo grupo sólo hacía referencia a dos secciones: "Fotografía
científica" y "Fotografía profesional".
Precisamente en la sección profesional se despertó una gran expectación
por lo atractivo que resultaba el primer premio: “Diploma de medalla
de oro y premio de la casa Carlos Salvi, consistente en una cámara
inglesa de galería, 24 por 30 centímetros en caoba barnizada, con
báscula de cuatro movimientos, dos chasis de cortinilla con intermediarios,
y uno de ellos preparado para el procedimiento recticular”.
Después de un complicado proceso de clasificación el jurado del
concurso llegó a un fallo definitivo y otorgó el primer premio a
un fotógrafo que había presentado su trabajo bajo el seudónimo de
"Mandeo". Cuando se abrieron los sobres para descubrir la identidad
de los ganadores, resultó que el fotógrafo profesional que había
participado con ese lema no era otro que Antonio Portela que, de
esta forma, se convirtió en el primer ganador de un concurso organizado
por la Real Sociedad Fotográfica.
El segundo integrante de esta primera terna de fotógrafos debe
ser Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo, también conocido como
Dalton Kaulak o, simplemente, Kaulak. Dalton Kaulak nació en Madrid
en el año 1864 y era sobrino del famoso político conservador del
mismo nombre. Siendo aún muy joven, su hermano Máximo le introdujo
en el mundo de la fotografía y, primero como aficionado y después
como profesional, Kaulak terminó convirtiéndose en el fotógrafo
español más importante de las dos primeras décadas del siglo XX.
Kaulak puede considerarse como el heredero fotográfico de Antonio
Portela. No sólo porque artísticamente tuviera un estilo relativamente
parecido, sino porque en el año 1904, Kaulak tomó en traspaso la
Galería de Antonio Portela en plena calle de Alcalá, donde se instaló
como fotógrafo profesional. Por ese estudio pasó “el todo Madrid”:
artistas, científicos, políticos, escritores, aristócratas, e incluso
el propio Alfonso XIII.
La relación de Kaulak con la Real Sociedad Fotográfica surgió desde
sus inicios, ya que él fue uno de los amigos amantes de la fotografía
que constituyeron la Sociedad a finales del siglo XIX. La participación
de Kaulak en proyectos de “la Real” fue constante y, probablemente,
su mayor aportación consistió en dar cabida en las páginas de la
revista “La Fotografía”, de la que era propietario y director, a
una sección que se convirtió rápidamente en el primer medio de comunicación
oficial de la Real Sociedad Fotográfica, tanto con sus socios como
con la sociedad fotográfica en general.
Para cerrar este primer bucle del ciclo de tradición de la Real
Sociedad Fotográfica tenemos que fijarnos sin excusa en el fotógrafo
español que más trascendencia tuvo, tanto en el ámbito nacional
como internacional, en la primera mitad del siglo XX: José Ortiz
Echagüe.
Este fotógrafo, representante por excelencia del pictorialismo
español, tuvo una vida profesional muy dilatada y sus fotos fueron
expuestas en las mejores salas del mundo: Royal Photographic Society
de Londres, Círculo Fotográfico de Milán, Club Fotográfico de México,
Smithsonian Institution de Washington, Johannesburg Photographic
Society, Metropolitan Museum de Nueva York, etc. etc. etc.

Pero antes de ser reconocido de forma internacional, cuando sólo
era un fotógrafo novel de Guadalajara, José Ortiz Echagüe participó
en la modalidad “Figura, retrato y composición” en la Exposición
Nacional organizada por “la Real” en el año 1907 y, aunque no alcanzó
ninguno de los primeros puestos, sí fue distinguido con el cuarto
premio de esa modalidad, inciándose así una relación que, si bien
no fue muy intensa, si fue muy larga: Ortiz Echagüe nunca dejó de
ser socio de la Real Sociedad Fotográfica.
Si damos un salto en el tiempo para empezar un nuevo bucle de fotógrafos
actuales, podemos fijarnos en como en los años cincuenta y sesenta
surgió en la Real Sociedad Fotográfica un refrescante movimiento
que, finalmente, terminó conociéndose como "Escuela de Madrid".
Todos los integrantes de este grupo, cuya principal aportación consistió
en darle a la fotografía un nuevo enfoque social, eran socios de
la Real Sociedad Fotográfica: Leonardo Cantero, Gabriel Cualladó,
Juan Dolcet, Francisco Gómez, Fernando Gordillo, Sigfrido de Guzmán,
Ramón Masats, Francisco Ontañon y Gerardo Vielba.
Para dar una breve pincelada de lo que representó la Escuela de
Madrid podemos fijarnos en uno de sus miembros que fue socio de
"la Real" hasta su fallecimeinto hace tan sólo unas semanas: Gabriel
Cualladó. Este excelente fotógrafo nació en Massanassa, Valencia,
el 30 de Mayo de 1925 y triunfó como fotógrafo tanto en España como
fuera de España.
Incluso antes de que surgiera la Escuela de Madrid, Gabriel Cualladó
ya participaba en otros movimientos previos, como el denominado
grupo "La Palangana", que se formó en la sede de la Real Sociedad
Fotográfica y que nació como un intento de ruptura con la tradición
anterior pero, viéndolo con algo más de distancia, además de una
ruptura real respecto del estilo imperante hasta ese momento, era
también un nuevo paso adelante dentro de un proceso evolutivo.

Otra fotógrafa, también socia de "la Real", cuyo trabajo ha sido
merecedor de los mejores galardones es Cristina García Rodero. Esta
autora nació en Puertollano en el año 1949 y estudió pintura en
la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y fotografía
en la Academia de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos.
Su trabajo fotográfico ha tenido siempre una fuerte inspiración
antropológica, logrando captar con su cámara la esencia de las fiestas,
las tradiciones y los ritos. Las fotografías de García Rodero se
han expuesto prácticamente en todo el mundo y han dejado una huella
impresa en una serié de excelentes libros: "La España oculta" (1989),
"España: el sur" (1991) y "España: Fiestas y Ritos" (1992).
Cristina García Rodero tiene que estar necesariamente presente
en esta pequeña muestra de fotógrafos tradicionales por dos motivos:
en primer lugar porqué su trabajo es profundamente tradicional por
su propio contenido y, en segundo lugar, porque su amplio reconocimiento
internacional ha hecho que, fotográficamente hablando, Cristina
García Rodero sea una fotógrafa tradicional.
Para terminar este segundo terceto nos tenemos que centrar en Juan
Manuel Castro Prieto, que es otro socio actual de la Real Sociedad
Fotográfica que ha conseguido formar parte del "club de los grandes"
por méritos propios. Juan Manuel Castro Prieto nació en Madrid,
en el año 1958, y se caracteriza por su gran calidad técnica, tanto
desde el punto de vista de la concepción fotográfica de sus imágenes
como por su impecable terminado.

Tal vez la excelencia en el cuarto oscuro sea una de las características
más significativas de Castro Prieto, que trabaja primorosamente
tanto sus propias imágenes como las de otros fotógrafos, en este
sentido cabe destacar el impresionante trabajo que ha realizado
al positivar negativos de uno de los mas tradicionales fotógrafos
peruanos: Martín Chambi.
Castro Prieto es un fotógrafo al que le gusta descubrir nuevos
sitios y nuevas gentes y esa inquietud personal se refleja claramente
en su obra, especialmente en sus últimos trabajos, donde sus fotografías
permiten al espectador acercarse a los lugares visitados por el
fotógrafo.
Este eterno y grácil bucle continuará: Portela, Kaulak, Ortiz Echagüe,
. . . . . ., Cualladó, García Rodero, Castro Prieto, . . . . . .
en la Real Sociedad Fotográfica siempre se han reunido representantes
de la elite fotográfica española. Seguro que algunos de los nuevos
socios de “la Real” terminarán aportando sus nombres para que este
bucle no termine jamás.
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