|
Artículo fotográfico
Fecha de publicación : 03 de Noviembre de 2003
Foto vieja, foto nueva. Restauración digital de fotografías
Publicado en : Revista Foto. Número 181 (Enero de 1.998)
Debo reconocer que nunca he sido lo que se
suele llamar "un manitas". Mas bien todo lo contrario. Así que jamás
en mi vida se me habría ocurrido restaurar ninguna foto que tuviera
un mínimo valor sentimental para alguien.
El proceso de restauración tenía el encanto
de las cosas que deben hacerse con minuciosidad, ya que cualquier
error resultaba irrecuperable, pero la llegada de la tecnología
digital ha podido restar algo de ese encanto.
Desde luego doy fe de que el trabajo, independiente
de que se utilicen herramientas informáticas, debe seguir siendo
realizado lentamente y de que restaurar un fotografía requiere,
en cualquier caso, de un importante número de horas.
Sin embargo la utilización de un ordenador
hace que los errores ya no sea tan trágicos. El ordenador permite
que el restaurador simplemente diga "no me gusta la última operación
que he realizado" para que el programa de retoque la deshaga automáticamente,
volviendo inmediatamente a la situación de la que se partía.
Desde mi punto de vista merece la pena esa
sutil perdida de encanto en comparación con la posibilidad de trabajar
sin riesgo alguno de deteriorar el original. Además, la utilización
de programas de retoque digital implica otra serie de ventajas muy
importantes que, en definitiva, permiten que la calidad de un trabajo
dependa de la capacidad mental del restaurador, y no de su destreza
manual. Es como si para jugar al baloncesto ya no hiciera falta
ser muy alto, sino tener una clara visión del juego.
0. Introducción
En este artículo vamos a limitarnos a describir un trabajo real de restauración. Se trata de una fotografía que data de principios de este siglo, probablemente del año 1.909, y que por lo tanto tiene casi cien años de antigüedad. La fotografía estaba algo dañada y tenía ciertas pérdidas de información en la emulsión, aunque su estado general era relativamente satisfactorio. Además de la restauración se deseaba colorear la imagen y producir una nueva copia en papel de tamaño doble al original.
Para realizar el trabajo se utilizó un ordenador personal de capacidad media y un programa de retoque ampliamente difundido. A los efectos de este artículo, resulta irrelevante el tipo de ordenador y las características concretas del programa utilizado, ya que no pretendemos realizar una presentación informática sino fotográfica, así que no hablaremos de comandos ni otras cosas por el estilo, sino de las operaciones de restauración realizadas. Si el lector desea poner en práctica las ideas básicas que describiremos, solo debe buscar los comandos correspondientes en función del programa de retoque que desee utilizar.
En la figura 1 se presenta un esquema que resume las actividades que normalmente suelen realizarse dentro de un proceso de restauración. Por supuesto que ni la lista de actividades ni el orden de ejecución debe considerarse como definitivos. Dependiendo de la naturaleza del trabajo a realizar y de las preferencias del restaurador, se podrá alterar el método de trabajo llegándose a resultados perfectamente validos. No obstante, la secuencia habitual de actividades suele ser, mas o menos, la que vamos a presentar a continuación:
1. Captura
Antes de iniciar el proceso de restauración propiamente dicho debe realizarse una labor previa a la que se suele denominar Captura. En definitiva se trata de transformar la imagen original con la que se desea trabajar en un fichero digital. Es decir, traspasar la imagen desde su soporte papel a un nuevo soporte que sea procesable en un ordenador, dependiendo del tamaño y cantidad de información de la imagen se utilizará como soporte un disquete convencional, un CD-ROM, un disco magneto-óptico, o cualquier otro dispositivo para el almacenamiento de la información digitalizada.
El proceso de captura se suele hacer mediante la utilización de un dispositivo denominado escáner. En realidad, un escáner no es más que un máquina fotocopiadora que, en vez de producir una copia del original sobre una hoja de papel, produce la copia en un fichero que puede ser procesado por un ordenador. Estos ficheros contendrán una imagen en blanco y negro o color, dependiendo del tipo de original y del tipo de escáner utilizado, y esa imagen podrá se visualizada, manipulada y reproducida por cualquiera de los programas de retoque fotográfico que pueden ser ejecutados en el ordenador con que se trabaje. Podríamos iniciar aquí una larga disertación sobre las características técnicas de los escáneres y sobre la naturaleza de la información digital, pero ya dijimos desde el principio que ese no es nuestro objetivo, así que nos conformaremos con la sucinta descripción realizada previamente.
Aunque la operación de captura puede considerarse como preliminar y preparatoria, de su correcta realización dependerá la calidad del trabajo final. Dicho en otras palabra: La captura es importante y no debe ser realizada de forma aleatoria. Así que antes de utilizar el escáner de forma personal o encargar la captura a un establecimiento especializado se deben tener en cuenta ciertos aspectos:
Lo primero es considerar el tamaño en que se desea obtener la imagen restaurada. Dependiendo de la relación entre tamaño del original y tamaño de la imagen final, habrá que utilizar una mayor o menor resolución, es decir, el escáner puede adaptarse para que realice la captura digitalizando más o menos puntos en el original y, ese número deberá ser mayor cuanto mayor sea el tamaño de la imagen a producir.
El segundo factor a considerar es el tono, contraste y brillo que se desee utilizar durante la captura de la imagen para compensar el estado del original. El escáner puede ser fácilmente ajustado para alterar cualquiera de estos parámetros en función de la calidad del original a "escanear".
En definitiva, una vez realizado el proceso de captura, bien de forma directa o bien mediante el encargo de este trabajo a un establecimiento especializado, dispondremos de un fichero que podrá ser gestionado por el correspondiente programa de retoque para así, poder empezar con el proceso de restauración propiamente dicho.
2. Restauración
El proceso de restauración debe realizarse en función del
objetivo del trabajo. Podemos encontrar posturas incluso irreconciliables.
Habrá quien desee respetar al máximo el contenido de la imagen original
y habrá quien prefiera incluir nuevos elementos en la imagen. Estas
diferencias se enconan especialmente en lo relativo al coloreado
de imágenes que originalmente estaban en blanco y negro: Unos lo
detestan y otros lo aman. Con objeto de dar una panorámica completa,
en nuestro ejemplo vamos a incluir una fase de coloreado, sin que
esto suponga una postura personal de ningún tipo.
En la figura 2 se incluye la imagen original que utilizaremos en
este trabajo. Esta imagen se obtuvo encargando la captura a un establecimiento
especializado, al que se indicaron las consideraciones relacionadas
con el objetivo finalmente perseguido.

Los pasos básicos que se dieron dentro del proceso de restauración fueron los siguientes:
2.1 Segregación del motivo principal
Normalmente la foto a restaurar tendrá arañazos, zonas sucias y otras áreas que deberán ser limpiadas antes de hacer ninguna otra cosa. El método de limpieza puede ser muy variado pero, en nuestro caso, podemos observar que existe una clara separación entre el motivo principal de la fotografía y el fondo. Dado que el fondo es irrelevante, parece una buena solución eliminarlo completamente para, posteriormente, sustituirlo por un fondo nuevo.
La separación del fondo y el motivo principal puede realizase utilizando las herramientas que aporta el programa de restauración, de esta forma, cuando exista un claro contraste entre fondo y motivo principal, la propia herramienta realizará la segregación de forma automática, en cambio, cuando el fondo y el sujeto se entremezclen y/o confundan el proceso de separación deberá realizarse con mucho mas detalle, prácticamente dibujando la frontera entre uno y otro.
En cualquier caso, el dibujo de la línea de separación entre sujeto y fondo se realizará utilizando el ratón del ordenador que, en definitiva, permitirá realizar la operación "calcando" sobre la imagen original, de esta forma resultará muy sencillo, aunque algo tedioso, realizar una perfecta segregación.
En la figura 3 se presenta el resultado conseguido en nuestro ejemplo al separar el motivo principal del fondo de la imagen.
2.2 Restitución
Una vez realizada la operación anterior ya tendremos perfectamente aislado el, o los, motivos a restaurar. En nuestro ejemplo tenemos dos: Por un lado la figura humana y, por otro, el elemento en que se apoya. El objetivo de esta fase del trabajo consiste en la reparación de las zonas dañadas. Si observamos detenidamente la calidad de la imagen original identificaremos fundamentalmente tres tipos de elementos a sustituir: Las zonas dañadas en la cara, la suciedad existente en la parte baja del pantalón y las partículas de suciedad repartidas irregularmente a lo largo y ancho de la fotografía.
El principio básico de restitución se basa en la sustitución de las zonas dañadas por otras zonas, normalmente muy próximas, que presentan una tonalidad muy similar. Los programas de restauración incorporan opciones que permiten realizar "clonaciones", es decir, replicar en una porción de la imagen (la dañada) la porción que el usuario determine como similar (una zona supuestamente igual a la dañada pero en buen estado). Además, también se suele utilizar otro comando, denominado "pincel", cuya función consiste en pintar sobre las zonas dañadas, la ventaja de este pincel electrónico respecto de los pinceles convencionales radica en que se puede regular digitalmente la opacidad de pincel (o lo que es lo mismo la transparencia) así como el tono producido.
Con las herramientas descritas en el párrafo anterior, así como con otras muchas ofrecidas por los programas de retoque, el usuario debe restauran los defectos en función de lo que se suponga que había originalmente en la imagen. Por ejemplo, para restaurar la raya del pantalón, que en algunas zonas del original llega a desaparecer por completo, se puede optar por reproducir una zona "sana" de la raya existente en la parte superior del pantalón, así tendremos plena seguridad de que, mas o menos, estaremos restituyendo el contenido original.
Por supuesto, en el rostro humano es donde se debe trabajar con mayor precaución. Afortunadamente todos los programas de restauración incorporan un comando "lupa" que permite aumentar tanto como se desee la imagen a restaurar. De esta forma se simplifica notablemente la restauración de zonas delicadas.
También se debe utilizar el comando "lupa" para perfilar el contorno de la imagen seleccionada, evitando los "dientes de sierra" que se pueden apreciar en la figura 3.
Si observamos detenidamente la figura 3 podemos apreciar que la fotografía original está poco contrastada. Todo está demasiado agrisado y, por ejemplo, casi se confunde el nivel de gris de la cara con el nivel de gris del sombrero. Para solucionar esto se puede alterar el nivel de contraste, de forma que el programa de retoque nos vaya mostrando el efecto producido al aumentar/disminuir gradualmente el contraste. El restaurador decidirá en que momento considera que se ha alcanzado un contraste óptimo.
En definitiva, una vez finalizada la restauración de todos los elementos esenciales de la fotografía, dispondremos de una versión saneada y lista para ser retocada. En la figura 4 se puede apreciar el estado de la fotografía utilizada en este artículo, después de haber sido restaurada.
2.3 Retoque fotográfico
Lo puristas dicen que, una vez finalizado el paso anterior, lo mejor es no hacer nada más. Es decir, su lema es dejar la imagen tal y como estaba en el momento original. Sin embargo hay otras "líneas de pensamiento" que postulan que después de restaurar se puede retocar. El matiz de esta nueva operación radica en que, en el paso anterior se perseguía dejar la foto tal y como estaba el día en que se positivó, mientras que ahora vamos a iniciar una etapa en la que se añadirán elementos que no estaban en la imagen original.
En nuestro caso podemos argumentar que incluir un fondo diferente al original no alterará la esencia de la imagen y, en cambio, si permitirá aumentar la calidad de la nueva reproducción. Así que, sin ningún tipo de complejo, optaremos por introducir un nuevo fondo a la fotografía. Para ello realizaremos la selección inversa a la que hicimos en el paso (2.1), es decir, ahora nos interesa seleccionar el fondo y "liberar" los elementos principales.
Un fondo apropiado para nuestra foto podría consistir en un determinado nivel de gris distribuido de forma radial respecto de un punto central, es decir el gris "ira" de mas claro a mas oscuro a medida que nos alejemos del punto seleccionado como centro. A continuación le daremos una cierta granularidad y, el resultado conseguido simulará perfectamente un fondo sencillo sometido al efecto de un flash, más o menos intenso dependiendo de la velocidad con que variemos el nivel de gris en la distribución radial.
Otra cosa distinta sería buscar un fondo que con seguridad alteraría la imagen original, por ejemplo un paisaje, un interior o cualquier otro fondo "tomado prestado" de otra fotografía. En nuestra opinión hacer este tipo de alteraciones no resulta repugnante, eso si: ¡Siempre que se haga bien!. En todo caso debo reconocer que en mi modesta opinión, nuestra fotografía no merece la desconsideración de incluir ningún tipo de adorno suplementario: El centro de atención de la imagen es muy claro y no debe incluirse ningún otro tipo de aditamento, así que dejemos un fondo sencillo y similar al que eligió el fotógrafo original hace ya casi un siglo.
2.4 Coloreado
Una vez finalizado el trabajo con la imagen se estará en disposición de proceder al coloreado final. De nuevo puede discutirse si no se debe colorear en absoluto, si se debe realizar un viraje o si se puede colorear completamente la fotografía: ¡A gusto del consumidor!. En cualquier caso el proceso de coloreado se puede realizar seleccionando porciones de la imagen y, a continuación alterando el color de dichas zonas. Este proceso, si se realiza superponiendo el color sobre el tono del gris original, producirá un efecto de coloreado que respetará las intensidades lumínicas de la imagen original. La única diferencia entre colorear y virar, mediante este tipo de herramientas, consiste en que el virado se obtiene realizando un único proceso de coloración para toda la imagen, mientras que el coloreado se realiza mediante el proceso de coloración parcial, con distintos colores, de la diversas zonas de la imagen.
En la figura 5 podemos apreciar el resultado que hemos conseguido sobre la imagen precedente y con el que damos por finalizado el trabajo. Ahora solo queda una tarea por realizar. Volver a imprimir la imagen conseguida.
En definitiva, se puede discutir hasta que punto se debe colorear o retocar una imagen original. Pero, sin ningún género de duda, la utilización de tecnología digital para la restauración fotográfica, aporta una popularización, en el buen sentido de la palabra, de esta especialidad, poniéndola a disposición de cualquiera que tenga algo de buen gusto y cierta sensibilidad. ¡No hay nada mas sano!.
|