Artículo fotográfico
Fecha de publicación : 17 de Mayo de 2003

Sandwich Digital: de imposible a impecable
Publicado en : Revista Foto. Número 185 (Mayo de 1.998)


Desde hace mucho tiempo se ha utilizado la superposición de dos o más negativos para ser positivados de forma unitaria y así generar una nueva imagen que integre a todas las superpuestas. Este método se denomina coloquialmente "sandwich" y, hasta ahora, era necesario ser un auténtico experto en técnicas de positivado y disponer de un sofisticado laboratorio para conseguir resultados satisfactorios.

La tecnología digital ha simplificado notablemente la utilización de este procedimiento, hasta el punto de que para el común de los mortales hacer un sandwich fotográfico ha pasado de ser un desafío "imposible" a una realización "impecable".


El Trabajo de Campo

Como ya decíamos en la entradilla, la tecnología digital facilita enormemente la elaboración de un "sandwich" fotográfico, pero el elemento básico y sinequa non sigue siendo la obtención de las imágenes fotográficas convencionales que se emplearán en la fusión y eso, por mucha revolución informática que exista, continúa haciéndose prácticamente igual que hace un siglo: hay que coger una cámara y hacer fotos.

El objetivo de este artículo consiste en mostrar un caso práctico de "sandwich digital" desde el principio hasta el final, así que empezaremos por hablar del trabajo de campo. Existe una máxima que dice que las fotografías hay que hacerlas primero dentro de la cabeza del fotógrafo y después de eso ya solo resta tomar las imágenes con la cámara. Esto es especialmente necesario cuando se desea realizar un trabajo basado en la fusión de varios negativos, así que desde el principio hay que tener presente el objetivo final para compatibilidad las distintas imágenes que se mezclarán en el sandwich.

Hace algunos meses estuve en Guatemala. Dediqué un día completo a visitar un pequeño pueblecito llamado Chichicastenango. Allí la población es mayoritariamente indígena y se mantiene intacta la cultura maya, aunque parcialmente mezclada con nuevas costumbres y ritos de profundo sabor hispano, es más, de profundo sabor hispano de hace tres o cuatro siglos. El sincretismo entre las dos culturas es especialmente profundo en cuestiones religiosas. En iglesias católicas se venera a santos también católicos, pero con ritos mayas basados en el fuego y el humo.

Para un fotógrafo, Chichicastenango es un auténtico paraíso. Todo allí es fotogénico. Me propuse producir una imagen que mostrara el sincretismo entre las dos culturas y, para ello me planteé una composición que presentara a una india rezando de rodillas,con un fuego a su lado y un ambiente cargado de humo entre el que debía surgir débilmente la aparición de uno de sus antepasados. El resultado conseguido después de realizar todos los pasos que describiremos en este artículo puede apreciarse en la Foto-1

(c) Mamuga

Foto 1: El resultado final

Era evidente que mi objetivo sólo podía lograrse mediante la obtención de tres o cuatro instantáneas con las que después, ya en Madrid, realizaría un sandwich. resumiendo un poco, mi idea se basaba en cuatro elementos fundamentales: una india, humo, fuego y un antepasado. Hice un boceto sobre la marcha con la ubicación que inicialmente pensaba dar a cada uno de estos cuatro elementos, aunque debo reconocer que dicho boceto no se parece demasiado a lo que después sería el resultado final del trabajo.

Tuve muchísima suerte; en la Iglesia de Santo Tomás encontré una buena parte de mi trabajo casi elaborado. Varias indias se arrodillaban sobre la escalera de acceso al templo y rezaban en un ambiente cargado de humo.

Dos de los elementos buscados se integraban ellos solos de forma natural. Sólo tuve que hacer un "montón" de diapositivas y rezar yo también esperando que alguna de ellas fuera buena. Finalmente seleccioné la que se muestra en la siguiente foto.

(c) Mamuga

Foto 2: La pimera foto

Para el antepasado decidí utilizar blanco y negro. Me puse a buscar personas mayores, con rostros curtidos. Simplemente observaba sus caras y cuando me cruzaba con alguien que me sugería una imagen maya del pasado, simplemente le proponía mi intención de tomar algunos primeros planos. Hice un par de carretes y estaba seguro de que alguno de ellos contendría un negativo apropiado para mis intenciones. Cuando ya estaba a punto de terminar mi visita a la ciudad, me crucé con una señora que iba vestida con el traje típico de Chichicastenango.

Con los ojos entornados y centrándonos exclusivamente en su rostro, era imposible distinguir si se trataba de un hombre o una mujer. Me pareció válido como antepasado de la india que rezaba en medio del humo. Pensé que si se situaba frente al sol cerraría sus ojos y así se acentuaría la expresión que buscaba. El color de sus ropas era tan impresionante que decidí volver a la diapositiva en color.

(c) Mamuga

Foto 3: La segunda foto

El siguiente objetivo era el más fácil de todos.

Había fuegos a diestro y siniestro; muchas familias indígenas compraban unas balas de una especie de paja, a la que llaman "pom", y la quemaban a las puertas de su iglesia preferida. Sólo tuve que realizar un buen número de diapositivas de los fuegos con la intención de elegir después la forma que mejor encajara con el resto de los elementos de la composición. Finalmente preferí el fuego de esta foto.

(c) Mamuga

Foto 4: La tercera foto


El Trabajo Digital

Puede decirse que el trabajo digital comienza con la captura de las imágenes para producir los correspondientes ficheros digitales con los que se trabajará. Podría haber optado por escanear directamente las diapositivas con un escáner específico para este tipo de soporte, sin embargo para ello debería haber encargado el proceso de captura en un establecimiento que dispusiera de ese tipo de escáner. En cambio, si optaba por utilizar un escáner de papel podía hacer el proceso de captura yo personalmente, ya que dispongo de un escáner de papel de una calidad aceptable. Elegí esta segunda opción, por lo que encargué copias cibachrome de todas las diapositivas candidatas a formar parte de la composición final, para luego poder hacer diversas pruebas (no muchas) y seleccionar las imágenes indicadas en los párrafos anteriores.

En términos generales, el trabajo a realizar a partir de ese momento se puede resumir como la superposición de tres imágenes iniciales para formar una imagen completamente nueva como resultado de la superposición.

En la Figura-A se muestra un esquema que resume el planteamiento general del trabajo.

(c) Mamuga

Figura A: Planteamiento del trabajo digital

Antes de realizar ninguna otra consideración, fue necesario resolver algunas cuestiones previas:

Selección de zonas. Ya hemos indicado que la elaboración del sandwich se realizará mediante la superposición de varias capas, cada una de las cuales contendrá una o más imágenes. Está claro que en nuestro caso la capa principal será la constituida por la fotografía con la india rezando entre el humo. Afortunadamente, el fondo de la fotografía es completamente negro y esto facilitará la labor de fusión, ya que si hubiese otros colores u objetos sería necesario oscurecerlos hasta evitar que resultaran incómodos.

La primera cuestión a resolver consiste en elegir en qué zonas de la primera capa (la india rezando) se desea superponer las otras imágenes. El único espacio disponible para el fuego se encuentra a la derecha de la india y justo a ras de suelo. Si nos fijamos en la primera Foto, veremos que ésa es la única porción de la imagen donde puede resultar creíble un fuego. En cuanto al antepasado, analicé dos posibilidades distintas: podía aparecer a la derecha o la izquierda de la india.

Ambas opciones tenían ventajas e inconvenientes. Si se optaba por la izquierda, la imagen quedaría mejor balanceada, ya que los distintos centros de atención se repartirían homogéneamente por toda la superficie de la fotografía. Sin embargo, en la zona izquierda no había humo, por lo que el resultado final perdería la magia de una aparición casi fantasmal. Si optaba por la derecha, se cambiaban completamente los términos: sí habría magia, pero no un buen balance. Después de probar ambas soluciones, opté por situar la aparición a la derecha de la india y justo sobre el fuego. Esto es lo bueno de la tecnología digital: se pueden hacer tantas pruebas como se desee antes de tomar una decisión final.

Determinación del número de capas. Una vez elegidas las zonas, había que decidir cuántas capas utilizar. Está claro que en nuestro caso sólo son necesarias dos o tres: una para la imagen principal (la india en el ambiente de humo); para los dos elementos restantes (fuego y antepasado) se podía optar por utilizar dos capas distintas (una para cada elemento) o bien una única capa para los dos elementos. Esta segunda posibilidad resultaba posible ya que la posición de ambos elementos en la imagen final no tiene intersecciones. Así que, por economía de memoria, preferí utilizar una única capa para los dos elementos. No debemos olvidar que, aún disponiendo de un ordenador con suficiente memoria principal (en mi caso utilicé un equipo con 32 Mb RAM), cuantas más capas se utilicen más lento ser el trabajo, ya que se obtendrá un peor tiempo de respuesta, al ser necesario que el programa utilizado gestione más cantidad de memoria.

Ajuste de niveles. La siguiente tarea realizada consistió en ajustar los niveles de brillo, saturación y contraste de las imágenes utilizadas para la realización del sandwich. La mayoría de los programas de edición fotográfica incluye un importante número de opciones para ajustar los niveles. Algunas de ellas son de tipo gráfico; por ejemplo, el programa de edición puede mostrar cómo se distribuyen los tres canales de color (rojo, verde y azul),de forma que el usuario altere dichas distribuciones y, en consecuencia, modifique el aspecto de la fotografía. Esto puede parecer muy complejo a simple vista, pero en realidad con el ordenador delante resulta muy sencillo de aplicar, ya que se va viendo el efecto producido según se alteran las distribuciones y, por lo tanto, sólo es cuestión de saber si lo que se visualiza coincide o no con los deseos del fotógrafo. En definitiva, se trata de probar y ver.

El ejemplo anterior no es más que una gota de agua en el océano. Los programas ofrecen una infinidad de opciones y comandos que pueden llegar a asustar. Cada una de esas opciones es interesante en determinados casos, pero por supuesto que no siempre es necesario utilizarlos, y mucho menos todos a la vez! En nuestro caso, se trata de ofrecer una imagen final realista, de forma que se perciba la ilusión perseguida como si en realidad estuviera ocurriendo, así que no me da ninguna vergüenza confesar que realicé el ajuste de niveles con la opción más simple de todas: el ajuste automático por parte del propio editor fotográfico. Es decir, simplemente pulsé un botón y el programa ajustó él solito los niveles con un criterio convencional. Como vi que dicho ajuste satisfacía mis necesidades, no perdí tiempo en modificar el resultado generado automáticamente. Aunque muchos fotógrafos piensen lo contrario, yo reo que no todo lo automático es malo, siempre que -¡por supuesto!- sea el fotógrafo el que controla al automatismo y no al revés.

Ajuste de escalas. Lo que sí tuve que hacer de forma manual fue el ajuste de escalas. Resulta evidente que, tanto el antepasado como el fuego, resultaban demasiado grandes en su escala original, así que fue necesario reducir dichas escalas.

El ajuste de escalas con un programa de edición fotográfica es un juego de niños. Vale con utilizar un comando de selección para determinar la porción de la imagen sobre la que deseamos modificar la escala y, a continuación, se desplaza cualquiera de las cuatro esquinas de la porción seleccionada, bien hacia dentro si se desea disminuir el tamaño, o bien hacia fuera en el caso contrario. Salvo que el propio usuario decida lo contrario, el programa se encarga de mantener la proporción en la figura. De esta forma se evita que los objetos se alarguen o ensanchen artificialmente. Una vez realizada la selección de zonas, determinadas las capas y ajustados los niveles y las escalas, como puede verse en la Figura-B, ya tendríamos disponible lo que podemos llamar "base para la segunda capa".

(c) Mamuga

Figura B: Base para la segunda capa

Elaboración de la máscara. Como se puede apreciar en la Figura-B, la selección inicial de las zonas en el paso anterior se realizó groseramente, es decir, la zona correspondiente al antepasado tiene un formato que incluye algo más que la cara del antepasado, y si nos limitáramos a superponer esta zona de la segunda capa sobre la capa principal, se apreciaría un borde que rompería completamente el efecto deseado, ya que el espectador distinguiría que se trata de dos fotografías distintas superpuestas. Para resolver este problema, utilicé una máscara de capa. Las posibilidades de las máscaras son enormes y, probablemente, constituyen el recurso más complejo de todos los utilizados en este trabajo. Por el momento, nos conformaremos con describir algunas ideas básicas de su funcionalidad, ya que en nuestro caso la función de la máscara se limitó a disimular los bordes de las zonas seleccionadas.

En resumen, la máscara fue utilizada para evitar que se transparentaran las zonas sobrantes de la aparición del antepasado. En el caso del fuego, no fue necesario utilizar ninguna máscara, dado que ambos fondos, tanto el del fuego como el de la capa principal, son ambos negros y no producen ninguna superposición indeseable.

Control de la visualización de capas. En fotografía no es lo mismo un sandwich de jamón y queso que otro de queso y jamón. Es decir, el orden en que se coloquen las capas será claramente determinante en el resultado conseguido. Evidentemente, no es lo mismo que se transparente el antepasado "detrás" del humo que, por el contrario se transparente el humo por "detrás" del antepasado. Está claro que, en nuestro caso, se debe optar por la primera opción.

Afortunadamente, la decisión del orden en que se colocan las capas puede ser alterada tantas veces como se quiera, ya que los programas de edición fotográfica permiten cambiar en cualquier momento el orden de las capas. Aún más, el usuario tiene un control absoluto sobre la visualización de capas, pudiendo elegir cuáles de ellas son visibles y cuáles no, en cada momento. Esta posibilidad resulta fundamental para ajustar escalas, para elaborar la máscara y para muchas otras opciones que deban realizarse visualizando todas las capas o solamente algunas de ellas.

Opacidad. También fue necesario elegir un determinado nivel de opacidad, es decir, la aparición del antepasado debía apreciarse tenuemente para resaltar su naturaleza liviana. Para ello se modificó el nivel de opacidad en la transparencia hasta alcanzar el resultado deseado. Por supuesto que para realizar esta operación fue necesario mantener visibles simultáneamente ambas capas a la vez.

Ahora, después de aplicar la máscara a la figura del supuesto antepasado y después de decidir el nivel de opacidad entre las capas, ya dispondríamos de la segunda capa en condiciones de ser superpuesta con la primera. En la Figura-C se muestra un esquema que presenta el resultado conseguido al aplicar la máscara. (Recuérdese que todo lo negro se convierte en transparente gracias al efecto de la máscara.)

(c) Mamuga

Figura C: Segunda capa

"Aplanar" la imagen. Hasta ahora hemos estado trabajando con dos capas independientes. Esta opción debe considerarse como un formato de trabajo. Una vez que la nueva imagen esté completamente a nuestro gusto, el último paso debe consistir en la fusión definitiva de todas las capas, es decir, en integrar las distintas imágenes iniciales para generar una imagen completamente nueva en la que se visualicen todos los efectos realizados. Debemos estar muy seguros en el momento de realizar esta modificación ,ya que, una vez fusionadas todas las capas, ya no se podrán separar y, por lo tanto, si se desea realizar cualquier modificación parcial deberá volver a repetirse todo el trabajo desde las imágenes que se utilizaron como elementos de partida.

Después de haber fusionado las dos capas de nuestro ejemplo, nos encontramos con una nueva fotografía, síntesis de tres imágenes "madres", pero completamente nueva e independiente de sus originadores. En la Figura-D se esquematiza el último paso dado para conseguir el resultado final.

(c) Mamuga

Figura D: Resultado final

Con la anterior fase del trabajo hemos finalizado la composición digital y también el artículo. Nuestro objetivo era describir exhaustivamente todos los pasos necesarios para realizar un sandwich digital, desde que se tiene la idea inicial hasta que se funden las distintas capas del sandwich. Ninguno de los pasos que hemos dado es realmente complejo así que... ahora es el turno del lector.

Como colofón de este artículo, sólo queda resumir que todo el proceso realizado, tanto el trabajo de campo, donde se consiguen las imágenes básicas, como el trabajo digital, donde el fotógrafo se sienta delante del ordenador, tienen una importancia decisiva en el resultado final. No obstante, si tuviera que decidirme por la actividad realmente importante, no dudaría en tomar partido por la parte más tradicional, es decir, por la toma de las fotografías convencionales. Pero esto sólo es una opinión personal. Al fin y al cabo, a mí siempre me ha gustado más apretar el disparador que trabajar en el laboratorio.


 
Privacidad    Condiciones de uso   Copyright